DIARIO DE UN KAOVOI (3)

Habiamos quedado para el próximo sábado en la taberna de Tom.
Parece que mostraba cierto interés en ella.
Me dejó buen sabor de boca, pues habíamos charlado hasta bien tarde, y había risas entre los dos.
Se me había insinuado, aunque yo prefería conocerla mejor.
No sé porque mis amigos ya habían terminado en los aposentos de sus amigas de noche.

Era curiosidad en ellos: Me preguntaban: ¿Has hecho algo?

-Umm, yo les daba evasivas, como si fuera un macho a su estilo.

Existía cierta química entre ella y yo. Los dos estábamos dispuestos a pasárnoslo bien.
Pensaba en ella, cosa que hacia tiempo no había ello con ninguna mujer. A mí me interesaban los caballos, el ganado y mi rancho que daba diez hectáreas de grano al año.
Mis vacas, mis terneros eran mi vida.
Las mujeres pasaban a un segundo plano, desde aquella vez que me abandonó la mujer de mis sueños, que se hallaba a cien millas de aquí.

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